miércoles, 25 de mayo de 2011

LA SEÑAL DE JONÁS. Mt 12,38-45.

                   38 Entonces, en respuesta, algunos de los letrados  fariseos le dijeron:
                   - Maestro, queremos ver una señal tuya personal.
                   39 Él les contestó:
                   - ¡Una generación perversa e idólatra,  y exigiendo señales! Pues señal no se le dará excepto la señal de Jonás profeta.
40 Porque si tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del monstruo (Jon 2,1), también tres días y tres noches estará el Hombre en el seno de la tierra.
                   41 Los habitantes de Nínive se alzarán a carearse con esta generación y la condenarán, pues ellos se enmendaron con la predicación de Jonás, y hay más que Jonás aquí.
                  42 La reina del Sur se pondrá en pie para carearse con esta generación y la condenará, pues ella vino desde los confines de la tierra para escuchar el saber de Salomón, y hay más que Salomón aquí.
                  43 Cuando al espíritu inmundo lo echan de un hombre, va atravesando lugares resecos buscando alojamiento, pero no lo encuentra.
44 Entonces dice:
                  - Me vuelvo a mi casa, de donde me echaron.
                  Al llegar, se la encuentra desocupada, barrida y arreglada.
45 Entonces va a cogerse otros siete espíritus peores que él y se meten a vivir allí, y el final de aquel hombre resulta peor que el principio. Eso mismo le va a suceder a esta generación.

EXPLICACIÓN.

38 - 45.         Nuevos personajes, los letrados, que apoyan a los fariseos. No reconocen el valor de las señales anteriores (11,2-5). Quieren el refrendo divino. Jesús los increpa (39s). Idólatra (lit. "adúltera"; cf. Os 2,1ss; 5,3s; Jr 3,6ss; Ez 23). Señal de Jonás, la victoria sobre la muerte. Los paganos (habitantes de Nínive, reina de Saba), mejores que los que se precian de fidelidad a Dios (41s). Apólogo (43-45). Se aplica a cada individuo en particular. Pasa de los fariseos y letrados a las multitudes (cf. 12,46); son aquéllos los que infunden el espíritu inmundo del que Jesús libera. El hombre no puede vivir sin motivación ni objetivo. Quienes, gracias a la actividad de Jesús, se han liberado de la ideología de los letrados y fariseos, pero no dan su adhesión decidida a Jesús, caerán en un estado peor que el anterior. De hecho, las multitudes volverán a someterse a sus dirigentes y pedirán la muerte de Jesús (27,20ss).

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