viernes, 10 de junio de 2011

PERDÓN DE LAS OFENSAS. Mt 18,15-35.

                   15 Si tu hermano te ofende, ve y házselo ver, a solas entre los dos. Si te hace caso, has ganado a tu hermano.
16 Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que toda la cuestión quede zanjada apoyándose en dos o tres testigos (Dt 19,15).
                   17 Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un recaudador.
                   18 Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.
19 Os lo digo otra vez: Si dos de vosotros llegan a un acuerdo aquí en la tierra acerca de cualquier asunto por el que hayan pedido, surtirá su efecto por obra de mi Padre del cielo,
20 pues donde están dos o tres reunidos apelando a mí, allí en medio de ellos, estoy yo.
                  21 Entonces se adelantó Pedro y le preguntó:
                  - Señor, y si mi hermano me sigue ofendiendo, ¿cuántas veces lo tendré que perdonar?, ¿siete veces?
                  22 Jesús le contestó:
                  - Siete veces, no; setenta veces siete.
                  23 Por esto el reinado de Dios se parece a un rey que quiso saldar cuentas con sus empleados.
24 Para empezar, le presentaron a uno que le debía muchos millones.
25 Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, con su mujer, sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara con eso.
                  26 El empleado se echó a sus pies suplicándole:
                  - Ten paciencia conmigo, que te lo pagaré todo.
                  27 El señor, conmovido, dejó marcharse a aquel empleado, perdonándole la deuda.
                  28 Pero, al salir, el empleado encontró a un compañero suyo que le debía algún dinero, lo agarró por el cuello y le decía apretando:
                  - Págame lo que me debes.
                 29 El compañero se echó a sus pies suplicándole:
                 - Ten paciencia conmigo, que te lo pagaré.
                 30 Pero él no quiso, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
                 31 Al ver aquello sus compañeros, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor lo sucedido.
32 Entonces el señor llamó al empleado y le dijo:
                 - ¡Miserable! Cuando me suplicaste te perdoné toda aquella deuda.
33 ¿No era tu deber tener también compasión de tu compañero como yo la tuve de ti?
34 Y su señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda su deuda.
                  35 Pues lo mismo os tratará mi Padre del cielo si no perdonáis de corazón, cada uno a su hermano.

EXPLICACIÓN.

15 - 35.         Te ofende, según la mayoría de los mss. y versiones; exigido además por los paralelos en el texto (cf. vv. 21.35). La ofensa crea división y ésta ha de ser reparada lo antes posible. El ofendido ha de tomar la iniciativa; el ofensor ha de reconocer su falta (15). Caso particular de lo expuesto en la parábola de la oveja perdida. Si el ofensor no acepta la reconciliación, se hará todo lo posible. Si la rehúsa hasta el fin, es como el que no conoce a Dios (pagano), como el que hace caso omiso de su voluntad (recaudador; 17). La comunidad puede reconciliar o expulsar (cf. 16,19); su decisión, refrendada por Dios (18). El mismo principio con otras palabras (19s). Las decisiones no se toman a la ligera ni por el mero parecer humano (petición): la eficacia se debe a la presencia de Jesús entre los que apelan a él.

                    Pedro se mueve en el terreno de la casuística. Su pregunta remite al v.15. Jesús alude a Gn 4,24 (cántico de Lamec): el perdón debe extenderse hasta donde llegó el deseo de venganza (21s). La parábola (23-34) confirma lo dicho: quien no perdona/ejerce el amor con el prójimo no tiene capacidad para ser perdonado/experimentar el amor de Dios.

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