Jesús aparece en este evangelio como el Mesías Salvador enviado por Dios. Su contraste creciente con las autoridades judías se debe a la diversa concepción de la mesianidad: Jesús no responde a la idea de un Mesías nacionalista y violento, liberador del yugo romano y reivindicador de Israel. El conflicto se exacerba porque Jesús no forma una secta, sino que se pone en contacto con el pueblo y discute públicamente la autoridad de los dirigentes.
La actividad mesiánica y salvadora de Jesús se despliega en vista de la constitución de una sociedad nueva "el reino de Dios" o comunidad mesiánica, formada por hombres que renuncian a toda ambición de dinero o poder y asumen la persecución de que van a ser objeto por parte de la sociedad injusta (5,3.10; 16,24). La sociedad alternativa no está limitada a Israel, sino que está abierta a la humanidad entera.
En la misma visión de Mc. Sin embargo, la visión teológica de Mt difiere de la de Mc. Éste mantiene la existencia en la comunidad mesiánica de dos grupos: el de los seguidores de Jesús procedentes del judaísmo ("discípulos"), y el de los que no proceden de él (excluidos de Israel y paganos); "los Doce" o nuevo Israel, representan en Mc solamente al primer grupo. Para Mt, en cambio, todos los que acceden a la comunidad, lo mismo de origen judío como los de origen pagano, se integran en el nuevo Israel, representado por "sus doce discípulos" (10,1; 11,1), que deberá abarcar a la humanidad entera.
Debido a la integración de todos los seguidores de Jesús en un único grupo, la figura de los discípulos no presenta en Mt rasgos tan negativos con en Mc, donde representan solamente a una parte de la comunidad. Mt no insiste tanto en su incredulidad o en su torpeza, a veces sustituye un rasgo desfavorable por otro halagador (Mt 13,16s, cf. Mc 4,13; Mt 14,33, cf. Mc 6,52), aunque no siempre (Mt 16,8, cf. Mc 8,17; Mt 16,23, cf. Mc 8,33).
La actividad de Jesús se centra en la liberación de los oprimidos (5,4.5.6). Para él, la fidelidad a Dios no pasa por la observancia de la Ley, sino por la práctica de un amor sin excepciones (5,46-48). Cambia la relación con Dios, que se manifiesta como Padre. Mt subraya la filiación divina de Jesús y la paternidad de Dios; a la condición de Jesús, el Hijo de Dios, responde la de los discípulos, quienes, con su actividad, muestran ser hijos del mismo Padre (5,9).
La comunidad de Mt se encuentra enfrentada con los judíos de su tiempo, con los que mantiene una viva polémica. De ahí sus ataques a la piedad farisea (6,1ss) y a la interpretación casuística de la Ley (5,21ss). Con esto se conecta la "fidelidad" propia del Reino, en contraste con la de los letrados y fariseos (5,20). No hay duda de que algunos miembros de la comunidad de Mt se veían tentados de volver a la observancia y a las instituciones judías. El "vosotros, en cambio", colocado en medio de una invectiva contra los fariseos y letrados (23,8-12), el aviso de 18,10 a los que, convencidos de su propia superioridad, despreciaban a los que no compartían los ideales judíos, son buen indicio de ello. Por eso, aunque a veces usa Mt una terminología farisea (5,48; "buenos del todo", lit. "perfectos"; 19,21; "un hombre logrado", lit. "perfecto"), lo hace precisamente para invalidar el concepto fariseo, cambiando su contenido.
El universalismo de principio profesado por la comunidad debía de aparecer a los ojos de los adversarios fariseos como una traición a la elección de Israel, por la que esperaban la restauración de la gloria de su nación y su hegemonía sobre las naciones paganas. De ahí que Mt mencione a Abrahán al principio de su evangelio (1,1), para indicar que en Jesús se cumple la promesa divina hecha al patriarca, por la que, en virtud de Abrahán, se extendería la bendición divina a todas las naciones (Gn 17,4s; 18,18; 21,17s).
Por la misma razón, es característica de Mt la frecuente conexíón que establece entre los acontecimientos de la vida de Jesús y el AT considerado como profecía. Buen número de citas se encuentran sólo en él (1,23; 2,6s.15.17s.23; 4,14-16; 8,17; 12,17-21; 13,35; 21,4s; 27,9s), están introducidos por fórmulas propias y semejantes y se acercan más al texto hebreo.
Desarrolla, además, extensamente el tema de la infidelidad del Israel histórico al llamamiento divino; aunque insiste en que el Mesías ha venido en primer lugar para su pueblo (10,5s; 15,24), pone también de relieve cómo Israel lo rechaza: las autoridades no se interesan por su nacimiento, el rey Herodes quiere matarlo, mientras los extranjeros paganos lo buscan y le rinden homenaje (cap.2). José primero (2,22) y más tarde Jesús se retiran a Galilea, tierra de paganos (4,12-17). Su denuncia de la infidelidad del pueblo judío aparece extremadamente viva en el relato de la Pasión, que culmina en 27,25.
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